Bienvenido, Bienvenida

En este momento me gustaría estar hablando contigo, frente a frente. Con un café, o una sopa. Con una flor o tres tigres blancos. Contigo. Pero tu humanidad se me escapa, así que te escribo estas cosas, para que imaginemos estar conversando frente a frente, con un café, una sopa, una flor, tres tigres, el cielo....

martes, 11 de enero de 2011

Muérete

Es lo que se escucha cuando un adolescente pide llorando que alguien apague el fuego que empieza a comerse sus carnes. Policías impávidos, bomberos preocupados porque “el oficial no quiere más agua allí”. Confieso que me conmoví enormemente con esa situación. Ira, rabia, pena, espanto. Todo mezclado como decía Guillén. Parece que “la vida no vale nada” como dice Pablito, en estos días aciagos en que no solo nos falta el agua, el empleo seguro, la seguridad, la calidad en la educación y la atención sanitaria, si no la cordura y el sentido común. ¡Muérete! Le decía el adulto al chiquillo. Porque, sean criminales comprobados, asaltantes, violadores, siguen siendo chiquillos. Chiquillos que aprendieron a delinquir, a falta de otras lecciones. A falta de otra escuela que no fuera la calle, o de cariño que parece no sobrar en estos tiempos. Y el canal televisivo que estaba allí (¿por qué estaba? ¿quién los llamó?) pasando una y otra vez el macabro suceso. Como si con una vez de haberlo visto y escuchado el sonido del odio ¡muérete! no fuera suficiente. Qué mundo de porquería estamos armando, para que la única solución que se encuentra para estos jóvenes es encerrarlos en celdas asfixiantes. Deshazte de ese paquete molesto y mira para otro lado, sociedad. Tal vez, los que sobrevivan, mañana se enrolen con todo y su odio acumulado, en la policía.