Bienvenido, Bienvenida

En este momento me gustaría estar hablando contigo, frente a frente. Con un café, o una sopa. Con una flor o tres tigres blancos. Contigo. Pero tu humanidad se me escapa, así que te escribo estas cosas, para que imaginemos estar conversando frente a frente, con un café, una sopa, una flor, tres tigres, el cielo....

miércoles, 5 de agosto de 2015

SOLO UNA PALABRA CABE/ ADIÓS

Me tomos unos minutos para recordar a dos compañeros de camino que ya terminaron su andadura por la materia. Hermelinda Fuentes y Carlos Wong. Ambos, luchadores sociales, gente respetada, solidaria, tenaz. Siempre en los campos difíciles proponiendo vías alternativas para la construcción de una nueva humanidad. Aprendí mucho de ellos, todo lo que pude. Los escuché y me escucharon, fuimos cómplices. La última vez que vi a Hermelinda, nos recibió a Danae Brugiatti y a mí en su programa de radio donde íbamos a hablar de poesía y de nuestro festival. La última vez que hablé con Carlos (porque verlo, ya no lo veía hace años) me agradeció el espacio que dimos en el encuentro interoeánico de escritoras (2010) a la figura de Esther María Osses, la que fuera su compañera de preocupaciones y de vida, fallecida en un accidente mientras recorría Venezuela contando las causas reales de la invasión norteamericana a Panamá. Su lucidez iba y venía, porque a su cuerpo le había dado por traicionarlo. Recuerdo su cuento de la "gallina con susto", su declamación de "Canto de Amor a Stalingrad" o un poema de Ricardo Miró que en su voz siempre sonaba nuevo. Casa Azul, el espacio del que intentó hacer la casa de todos, para los últimos años se había vuelto impenetrable. Cada vez que paso por ahí, recuerdo mis años de juventud, los consejos de Esther para cantar la poesía o estudiar la preceptiva. Sus cocinados de fusión, para juntar a la tribu nuevamente. En fin, recuerdo es todo lo que nos queda al final. Recuerdo bueno, amable, sincero. Los quise mucho y los recordaré en su esencia humana y solidaria.

martes, 4 de agosto de 2015

LA GENTE

Hoy es 4 de agosto de 2015. Hace 10 años murió mi madre, y yo no la recuerdo solo este día si no todos los días. Ella solía decirme, cuando por alguna razón yo le echaba la culpa a "la gente" de una u otra cosa: "la gente son tu mismo". En su natal (y mía también) Isla Colón, se compartía la vida en varios idiomas y, al final, resultaba una mezcla graciosa. Unos citaban a otros en guari guari, medio Ngabere con acento cantonés. La gente son tu mismo, me decía y agregaba, echarle la culpa a los demás no adelanta nada. Si a alguien tira la basura, o es negligente, tu no tienes por qué ser así, me decía. Cada cual cuida su pedazo de mundo como mejor puede, suma o resta, ilumina o degrada, destruye o construye. Cada uno mueve el universo o se dedica a ser piedra en su lugar, bulto. Déjate de estar juzgando y concéntrate en ti, en ver qué eres, y en qué lado del mundo estás parada. Confieso que no siempre puedo seguir esas máximas, que juzgo y critico, fácilmente, como todo el mundo. Pero intento cuidar mi pedazo de mundo como mejor puedo. Así que ahora, cada vez que la tentación de decir cosas como "la gente es cochina", me detengo para decir ¿soy cochina? o, la gente solo piensa en la parranda, me detengo para decir ¿en qué estoy pensando yo? ¿estoy haciendo de este mundo un mejor lugar para vivir o me hago a un lado y me la paso quejándome de mi miseria?