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Bienvenido, Bienvenida
En este momento me gustaría estar hablando contigo, frente a frente. Con un café, o una sopa. Con una flor o tres tigres blancos. Contigo. Pero tu humanidad se me escapa, así que te escribo estas cosas, para que imaginemos estar conversando frente a frente, con un café, una sopa, una flor, tres tigres, el cielo....
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viernes, 7 de noviembre de 2014
A propósito de El ahogado que se volvió a ahogar
Conozco a Roberto Quintero hace años, y sé del tesón que pone en sus proyectos. Sus dotes de dramaturgo, o cronista cultural no están en duda. Pero sinceramente, creo que como director teatral, todavía le falta. Y meterse con la adaptación de una pieza literaria como El Ahogado de Tristán Solarte (seudónimo de Guillermo Sánchez Borbón) no ha sido en mi particular opinión, uno de sus mejores trabajos.
Fuimos a ver la obra (cuya entrada nos costó la friolera de B/41.20) con mi amiga Dalys y sus hijos adolescentes. Yo había decidido no ir porque, en mis cuentas, adaptar El Ahogado para otro medio artístico no podía resultar. Es una obra de suma literariedad, un thriller sí, pero que requiere de lectores atentos para armar el rompecabezas onírico y simbólico de una obra escrita y publicada en los años 50 del siglo 20. Su atmósfera es la de los recuerdos, percepciones, interpretaciones. El escenario principal para esta obra es la imaginación de cada lector. Roberto, que por razones que solo él sabrá se hace llamar Winnie, no se tomó licencias, no arriesgó, a mi juicio. No soy experta, pero he visto teatro, aquí y allá.
En cuanto a la producción, la mezcla de actrices y actores noveles con los únicos profesionales (para mí), Carranza-padre González, Mans-abuela de Rafael, fue desafortunada. La diferencia es mucha. A pesar de ello debo hablar bien Iván Herazo (Orlando) y Yomira Jhon (Miranda), que se creyeron su papel y decidieron apelar a la no actuación para rendir un mejor trabajo. El resto fue un festival de sobreactuaciones casi escolares, parlamentos recitados en una sucesión de monólogos más larga de lo soportable, apenas interrumpida por escenas confusas y desprovistas de una propuesta estética, una especie de pastiche que saca de acá y allá.
Rescato el trabajo de luces y espacio escénico sin floridos decorados, y vestuarios literales pero acordes para no distraer demasiado (con excepción de la bata de seda y la insoportable peluca que le calan a Rogemif Fuentes-el hombre misterioso). La máquina de humo me salió sobrando. Dudo que sea idea de Roberto, a veces los productores se meten y quieren efectos especiales, pero nunca se sabrá.
Eso sí, debo darle un 10 absoluto a la música de Rodrigo Denis. Toda. Excelente trabajo que interpreta el ambiente brumoso y oscuro de la novela, y la no menos magnífica ejecución en vivo de los intérpretes Jahaziel, Fernando, Néstor y Alejandra. ¡Muy bien!
También aplaudo el detalle de la voz del autor y su lectura de pasajes de la obra. Ya nos queda grabada esa voz, esas palabras de una pieza de indiscutible belleza que ya forma parte del patrimonio cultural panameño.
El Ahogado –versión teatral- es un producto caro, diseñado para un teatro bien equipado al que personas con un poder adquisitivo medio podrá acceder. Y precisamente por eso, como consumidora me permito hacer estas observaciones que no tienen la intención de herir a nadie, pero para que no me pregunten por la calle si me gustó y tener que poner cara de evasión, prefiero dejar consignada aquí mi opinión.
De todos modos felicito a sus productoras, a su director y a todos los y las artistas involucrados y espero que, en su conjunto, tengan oportunidad de hacerlo mejor una próxima vez.
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1 comentario:
Completamente de acuerdo Consuelo, pusiste en palabras mi sentir. La camiseta le quedó grande al director, la obra se me hizo interminable y yo sabía de que iba.
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