Gracias por entrar. Para asomarte al complicado mundo de mi mente, ven con curiosidad, buena disposición e inteligencia.
Bienvenido, Bienvenida
En este momento me gustaría estar hablando contigo, frente a frente. Con un café, o una sopa. Con una flor o tres tigres blancos. Contigo. Pero tu humanidad se me escapa, así que te escribo estas cosas, para que imaginemos estar conversando frente a frente, con un café, una sopa, una flor, tres tigres, el cielo....
martes, 5 de julio de 2016
Volver al oscurantismo
Cuando un grupo de gente grita histéricamente "con mis hijos no te metas" y plantean una marcha para defenderse (¿de qué?)de una propuesta de ley que lleva ya más de 6 años en discusión, realmente uno se pregunta si el tiempo es una broma. Si el medioevo se mezcla con el futuro para enredársele en las patas. Si el tiempo de la quema de brujas (o gays), la quema de libros, el rechazo al conocimiento es algo con lo que tendremos que lidiar en esta segunda década del siglo 21. Qué pereza más grande ver que toda la ciencia, todo el avance en la medicina y en la investigación parecen haber sido inútiles. Yo que presumía de vivir en un país abierto a la contemporaneidad. Argumentos tan infantiles como extravagantes empantanan una discusión que ya va más allá de lo previsto. Cuando yo estudiaba en un colegio de monjas, recibí educación sexual, con mucho menos rigor del que plantea la ley en discusión, pero la recibí. Supe todo cuando lo tenía que saber y no precisamente de mis padres, que por cierto, nunca se sentaron conmigo a conversar al respecto de la sexualidad, siendo él un médico y ella una maestra. Y en los setenta, cuando la reforma educativa indicaba a las escuelas católicas que las clases de "religión" no eran obligatorias y por lo tanto no se considerarían en los créditos académicos, las monjas se las ingeniaron para que en las horas de "catequesis juvenil" a las que las jóvenes podíamos optar por no ir (podíamos ir a la biblioteca) no faltara nadie, por que en ellas, se hablaba de las cosas que no se hablaban en casa y que tenían que ver con la vida, la sexualidad, la política, crecer en un continente devastado por intervenciones militares o dictaduras. La verdad, la iglesia católica se ha alejado tanto de sus principios originales, que asustan. Yo dejé la fe religiosa hace mucho tiempo ya, pero entiendo la necesidad de gran parte de la humanidad de saber que hay algo "más allá" o que la muerte es el final. Los valores, los principios, la moral, no son patrimonio exclusivo de las religiones, y las familias ya no son lo que eran. Ojalá esta gente pueda entrar en razón, o perderemos una generación.
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